Menudo clásico, el helado de vainilla. Además de ser un tesoro culinario en sí mismo también es la base para preparar un montón de otros helados. Es el primer helado que probé cuando era enana, que me gustó y al que siempre vuelvo porque siempre me parece rico. Pero mucho más desde que aprendí a hacerlo en casa con vainilla de verdad.
El helado de vainilla no es más que una crema inglesa o natillas claritas, aromatizadas con vainilla y congeladas como cuento en mi recurso sobre helados caseros. Precisamente por su sencillez es esencial usar buenos ingredientes. Además casa de maravilla con todo tipo de acompañamientos. Me gusta particularmente la mezcla del helado de vainilla con los frutos secos: me parecen la pareja perfecta (que no maridaje, pfff).
Cuando vivía en Holanda devoraba un helado muy popular tanto allí como en Bélgica, de nombre dame blanche, que significa dama blanca. Tan sencillo como efectivo, no consiste más que en varias bolas de helado de vainilla, espolvoreadas de frutos secos en trocitos, coronadas por unos buenos pegotes de nata montada y regadas con una rica salsa de chocolate. Para morir de placer.
Lo fundamental para un buen helado de vainilla es la vainilla, aparte de saber hacer helado como es debido (en este artículo de recursos os cuento el por qué y el cómo de los helados caseros). Sí, queridos, la vainilla es una vaina que debe estar fresca y flexible para ser perfectamente aromática, no en forma del cadáver más seco que la mojama que solemos encontrar en los supermercados. Si rascar las semillas de la vainilla no os mola, existen excelentes extractos (infusión de vainas en algún alcohol) o pasta de vainilla, es decir, el contenido de las vainas hecho una pasta que nos venden ya en bote. Muy cómodo para añadir vainilla a cualquier cosa. Y una buena vainilla, en la forma que sea, creedme que se nota en el sabor del helado.
- 320 g de leche entera
- 4 yemas
- 130 g de azúcar (o 65 g de tagatosa*)
- 1 vaina de vainilla (las semillas) o 1 cdta. de extracto de vainilla
- 1 pellizco de sal
- 400 g de nata para montar (mínimo 35% grasa) **
- Preparamos la crema inglesa con las yemas, la leche, el azúcar, la sal y la vainilla. Lo ponemos todo en un cazo y mezclamos bien con unas varillas.
- Calentamos a fuego bajo sin parar de remover; hay que calentar con cuidado porque si llega a hervir la crema se cortará. Yo tengo termómetro y lo uso para esto: la temperatura no debe pasar de 85-90º y controlándola no es necesario preparar la mezcla al baño maría.
- Cuando haya espesado bien la crema (desaparecerá la espuma de la superficie), la retiramos del fuego y agregamos la nata fría, homogeneizando bien. Dejamos enfriar por completo a temperatura ambiente.
- Después metemos la crema en el frigorífico, donde deberá estar toda una noche para que las proteínas se hidraten y maduren los sabores.
- Al día siguiente congelamos la mezcla en una heladera, preferiblemente, o por el método artesanal, metiendo el recipiente en el congelador y batiendo concienzudamente cada media hora.
- Preparamos la crema inglesa poniendo en el vaso las yemas, la leche, el azúcar, la sal y la vainilla. Programamos 9 minutos, 90º y v. 4.
- Agregamos la nata fría y batimos unos segundos a v. 4 para homogeneizar. Dejamos enfriar toda la noche en el frigo como he comentado en el método tradicional.
- Para mantecar el helado de vainilla con el aparatejo no tenéis más que congelar la base del helado en cubiteras y luego triturar bien los cubitos en la máquina, a velocidad 9-10 y ayudándoos con la espátula.
** Los helados caseros no se conservan mucho tiempo en el congelador en perfectas condiciones, pero más que porque se estropeen sus cualidades nutricionales, porque tienden a cristalizar más y acaban perdiendo cremosidad. Por eso nunca se deben preparar en cantidades muy grandes, sino en lo que se vaya a consumir en 2-3 días como mucho. Esta receta no llega al litro de helado.
Una vez que preparas helado en casa ya no hay vuelta atrás, porque te parece tan delicioso que todos los helados comerciales palidecen a su lado… ejem. Pero sobre todo veréis que no es difícil y que el resultado es fetén. En mi caso, en que no puedo tomar azúcar, se está convirtiendo en un vicio, sin más. Además usando huevos y nata de buena calidad la cosa sale sublime.
Para preparar una dame blanche como la de las fotos, montamos nata al gusto, con azúcar o sin él, agregamos almendras fileteadas y sirope de chocolate por encima. Y disfrutamos de nuestro helado de vainilla casero. Un montón.