Cualquier blog que se precie debe tener en su fondo de armario recetil un bizcocho de limón y yogur. Este sería un bizcocho de limón y yogur bastante clásico si no fuera por el toque especial de las semillas de amapola, esos granitos oscuros que se ven por doquier. La receta procede de Tamasin’s Kitchen Bible, del que ya tengo alguna otra fórmula en el blog, de la cocinera británica Tamasin Day-Lewis (la hermanísima), una tía superflaca que se pone como el kiko. Yo también la odio.
Las semillas de amapola proceden de la adormidera, de la que se extrae el opio… no, no tienen ningún poder alucinógeno, mal pensados. Si queréis drogaros no me uséis como excusa. Las semillas de marras se usan mucho en la dulcería alemana y eslava, y también en zonas de Asia, como la India. Tienen un sutil sabor anuezado. O nuecístico.
Este bizcocho de limón se hace por el método de montar la mantequilla con el azúcar hasta que blanquee, que no sé si tiene un nombre específico. Iluminadme, por favor. A pesar de su aspecto poco levado, es un bizcocho que queda muy tierno y con un fantástico aroma a limón, al que contribuye no poco el glaseado de limón. Las semillas de amapola le dan un sabor poco perceptible, porque domina el limón, pero un toque crujiente muy agradable.
- 160 g de yogur natural sin endulzar
- 25 g de semillas de amapola
- 200 g de mantequilla ablandada
- 140 g de azúcar (o 75 g de tagatosa*)
- 3 huevos
- El zumo y la ralladura de 2 limones
- 255 g de harina floja
- 1½ cdtas. de levadura química
- 1 pellizco de sal
- 110 g de azúcar glas (o tagatosa triturada)
- 3-4 cdas. de zumo de limón
- Ponemos el horno a calentar a 180º (sin aire) / 160º (con aire).
- Hacemos una perfecta mise en place para tenerlo todo a mano en cuanto lo necesitemos: mezclamos el yogur con las semillas de amapola y reservamos.
- Rallamos la piel de los limones y los exprimimos. Reservamos la ralladura y el zumo.
- Cascamos los huevos en un bol y los reservamos.
- Tamizamos la harina junto con la levadura química y la sal en un bol. Reservamos.
- Juntamos la mantequilla a temperatura ambiente con el azúcar y la ralladura, y montamos con varillas eléctricas o en un robot, hasta que la mezcla blanquee. Cuidado con que se derrita, la mezcla debe mantenerse bastante mate todo el tiempo, si se sospecha que no esté suficientemente fría meteremos el bol un rato en el frigorífico (sin pasarnos para que no se solidifique del todo la mantequilla).
- A la misma velocidad vamos añadiendo los huevos uno a uno hasta que estén perfectamente incorporados.
- Volcamos la harina con la levadura de golpe y mezclamos con una espátula, con movimientos envolventes de arriba abajo.
- Una vez perfectamente mezclado, agregamos el zumo de limón y el yogur con las semillas. Homogeneizamos con la espátula.
- Forramos con papel de hornear un molde rectangular, alisamos la superficie con la espátula y horneamos 45 minutos a 180º sin aire. Comprobamos si está hecho y podemos añadir otros 5 minutos de cocción a 160º con aire, para que se ponga más firme por fuera el bizcocho.
- Cuando esté hecho el bizcocho de limón y yogur lo sacamos, esperamos un par de minutos y, tirando del papel, lo pasamos a una rejilla para que se enfríe.
- Mezclamos el zumo de limón con el azúcar glas en un bol, hasta obtener una consistencia densa, pero que fluya lo suficiente como para verterla sobre el bizcocho.
- En cuanto el bizcocho de limón y yogur esté tibio podemos ponerle el glaseado: colocamos el bizcocho en la misma rejilla de enfriado y vertemos el glaseado; podemos ayudar un poco a distribuirlo con una espátula. Dejamos secar por completo el glaseado.

Como una lectora de María Lunarillos demostró interés por esto hace poco, os pongo arriba un resumen visual de cómo forrar el molde rectangular, para que se vea bien.
Mi glaseado no ha quedado muy bonito, debe quedar más denso y blanco, pero no es de azúcar sino de tagatosa y la cantidad que se usa es menor. Es lo que hay. Ah, y el bizcocho tiene un intenso aroma a lemon curd… Claro, por la mezcla del limón y la mantequilla.
Encuentro que este bizcocho de limón y yogur no va muy bien con un café, pero con una infusión limonácea queda de miedo. O con un té y mira que no soy aficionada. Os dejo, que oigo cómo el bizcocho me llama… Miriam, Miriam, ven acá p’acá.